02 febrero 2012

Y después de todo;

Desde la perspectiva de los últimos meses que transcurrieron desde el inicio del curso hasta hoy intentaré exponer los aspectos positivos y negativos del aprendizaje desde mi punto de vista.
El título de Sistema Económico Mundial impone respeto, sobre todo a aquellos de nosotros que nos consideramos ineptos totales a la hora de ver una fórmula matemática. Mi primer temor era ese: tener que sumergirme en el mundo de cifras y números. No fue así, aunque no del todo. Evidentemente la economía son números, pero números con fondo social, político y cultural que los sacan del universo de lo abstracto.
Evidentemente, me interesa la política, sigo los acontecimientos en la prensa, la TV e Internet. Intento comprender lo que pasa a mi alrededor, en mis países, en otros países del mundo. A veces resulta complicado extraer del mar de comentarios, análisis y valoraciones aquellos que aportan el conocimiento real. Para eso se necesita una preparación, un método para poder sacar conclusiones lógicas y hasta creativas.
En este aspecto el curso fue una herramienta muy útil.
Me gustó la manera de tratar los temas, la participación de los compañeros, el trabajo en equipo, la actuación del profesor que escuchaba y no imponía. Esto es la universidad verdadera y todos sabemos que,  por desgracia, no todos los profesores piensan lo mismo.
Prácticamente todos los temas tratados eran interesantes.Algunos  me interesaron especialmente: uno de ellos es el tema del estado de bienestar. No resulta fácil comprender que está pasando en el mundo, por qué está seriamente amenazado el estado de bienestar en los EEUU y los países europeos, si hay más dinero que nunca. Las ponencias ayudaron a numerar y ordenar las causas, algunas propusieron soluciones. 
Estoy muy interesado en los países del antiguo bloque soviético, tales como Polonia, Chequia o Alemania Oriental, que hoy día forman parte de la Europa Unida, pero también aquellos, como Ucrania o Bielorusia, que se agitan en el límite entre las zonas de influencia soviética y europea, económicamente y políticamente vulnerables. 
En fin, repito que me gusta esta forma de aprender: escuchar a los demás, sacar conclusiones, aprender a valorar la información. Y teniendo en cuenta, que los martes el aula estaba siempre a tope, estoy convencido que no soy el único.
¿Aspectos negativos? El tiempo demasiado escaso para las ponencias.

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