12 enero 2012

La construcción europea y la crisis

A raíz de la primera exposición sobre la debilidad del euro y el estado de la cuestión de la economía en la UE, mi reflexión gira sobre la solidaridad en la construcción de esta unión y su planteamiento ante la salida de la crisis. Sarkozy anunció hace unos meses que Europa necesita "refundarse". La Europa individualista necesita hacerse más colectiva, necesita compartir los mismos parámetros fiscales y tener las mismas reglas económicas con el objetivo de penalizar los excesos de los Estados y los incumplimientos de los pactos (hecho que no contó cuando Alemania no cumplió el pacto de estabilidad).  Ese camino hacia una Europa más unida no tiene en cuenta los "eurobonos", es decir, una deuda pública con garantía europea que estabilizaría la deuda de los países más en riesgo y aumentaría en un dos por ciento aproximadamente la deuda alemana. Para eso no sirve el argumento de la colectividad ni de la solidaridad, olvidando que en una comunidad el futuro se realiza a través de las solidaridades de hecho. No hay que olvidar, que la UE pasó a denominarse con el término "unión" en lugar de "comunidad", concepto que alude a una mayor integración y sentimiento colectivo.
A pesar de que la situación es grave, esas posibles solidaridades se obvian, pues aunque el argumento alemán es que para que se lleven a cabo estos "eurobonos" es necesario cambiar el Tratado de Lisboa, hecho que también es necesario para llevar a cabo las reformas fiscales, la realidad es que piensan que a través de ese método se  facilitaría en demasía la situación de los países en riesgo sin pagar suficientemente la mala gestión de sus economías.
Por otro lado, la clave de las directrices del Merkozy se basan en la austeridad, elemento que es necesario tener en cuenta pero del que tampoco debe convertirse en la regla de oro. La actividad económica implica inversión y consumo, sin estos dos elementos la actividad económica se estanca. A más austeridad, menos inversión y menos consumo. Las políticas keynesianas van en la dirección contraria, es decir, en fomentar la inversión. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero fue obligado por Europa a abandonar dichas políticas e incidir en la austeridad. No hubo tiempo para que estas medidas pudieran ofrecer resultados, lo único claro es que el camino de la austeridad no mejoró la situación de España. Estos dos mecanismos responden a ideologías diferentes, pero lo que se olvida es que no deben ser excluyentes, pues aunque es necesario tener un control de las cuentas públicas no hay que obviar que sin el impulso de la actividad económica es muy difícil remontar. La pérdida de perspectiva es el mayor peligro en el que se puede caer.

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