30 diciembre 2011

Los "sin hogar": Problemática según se mire

Sorprendido me encuentro cuando reviso noticias de hace unos meses y veo que la delegada de "medio ambiente" del ayuntamiento de Madrid que, actualmente tras la remodelación del gobierno central ejercerá de alcaldesa de la capital de España, vio en los "sin hogar" una "dificultad añadida" para llevar acabo las labores de limpieza.

Más allá de caer en visceralidades, en odios y en insultos que trasladarían lo político al plano de lo personal me gustaría abrir un pequeño espacio para la reflexión. ¿Es una locura lo que dice esta señora? Uno debería coger aire, dejar el enfado a un lado, aparcar la "moral" ciudadana y dar paso a la "objetividad" científica para descubrir que  tales declaraciones no son algo tan disparatado, sino consecuencia directa de cómo concibe esta señora y, posiblemente, el conjunto de su equipo, la cuestión de los "sin techo"

Mientras que para aquellos que adoptan una concepción del mundo donde las condiciones de existencia juegan el pilar fundamental para desenvolver las contradicciones diarias el problema principal sería y es que "hay un gran número de habitantes que no tienen acceso a LA VIVIENDA, derecho fundamental y básico para el desarrollo como personas", para estos señores, que no sólo están imbuidas de la ideología dominante sino que, además, juegan un rol específico de gestores del aparato administrativo que sostiene la producción capitalista.

Lo que es, a todas luces, un problema social es convertido en un problema técnico, no porque suponga una contradicción generada por el sistema necesaria a resolver sino porque impide el funcionamiento normal y óptimo de la maquinaria estatal al servicio del capital. La maquina debe ser funcionando, para la hoy alcaldesa de Madrid así como para mucha gente en otros órganos del Estado la lógica, al sentarse en su sillón no es la de "resolver los problemas" sino la de garantizar que "todo siga funcionando correctamente"

El Estado de los empresarios y banqueros funciona como un gestor de sus intereses. El Estado moderno no puede afrontar más que parches a las contradicciones del sistema porque, de querer resolverlas, tendría, en muchas ocasiones, que superar el propio modo de producción.

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