11 diciembre 2011

Sociedad de hoy y futura (grupo de libros 1)

El libro que he elegido es una obra de teatro del español Enrique Jardiel Poncela que se representó por primera vez en abril de 1936. La obra se titula ``Cuatro corazones con freno y marcha atrás.´´

En ella se narra la historia de dos matrimonios los cuales gracias a unas sales logran la inmortalidad. En un principio todo les va muy bien, pero al cabo de los años se aburren de ser inmortales ya que todos sus amigos se mueren y tienen que recurrir a constantes engaños para no ser descubiertos.

Al descubrir otras sales logran empezar a rejuvenecer y ahí es donde encuentran la verdadera felicidad, en volver a ser jóvenes y disfrutar de la vida y poder cumplir todos los sueños y anhelos que en su anterior vida no pudieron cumplir por estar dedicados a otros menesteres. Lo mejor de todo es la incógnita que supone no saber que ocurrirá cuando descumplan todos sus años, puede ser que mueran o puede ser que todo vuelva a empezar.

Esta obra a pesar de la época en la que se estrenó sigue de rabiosa actualidad hoy en día. Vemos a diario esa obsesión por la juventud. Parece que al envejecer dejamos de existir, todo está pensado para los jóvenes; la moda, el ocio, etc.

Debido a nuestra cultura patriarcal, a los hombres sí se les permite envejecer, tenemos numerosos actores, presentadores o músicos de mediana edad, que incluso se les reconoce cierto atractivo en su madurez, en cambio a las mujeres cuando empiezan a envejecer, excepto a unas cuantas privilegiadas con mucho talento, se las aparta de la vida pública, se las relega a un segundo plano y se deja paso a la juventud.

Para concluir me gustaría incluir una cita del libro: Se ama la vida porque se sabe que va a concluir; pero, cuando se sabe que no va a concluir, se la odia. Por eso la odiamos nosotros. La vida, que es movimiento constante, para nosotros se ha parado definitivamente y, en lugar de correr como un río, se ha estancado como un charco. Somos corazones con freno; a fuerza de saber que ellos latirán siempre, tenemos la impresión de que no laten ya. En realidad, es como si no tuviéramos corazón. Somos unos absurdos en pie. El ser más despreciable del mundo es más feliz que cualquiera de nosotros.


* Esta es una imagen de cuando mi grupo de teatro representó la obra en 2008.

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