16 octubre 2011

15 O


Ayer 15 O me vi arrastrada por mi lado más idealista y menos pragmático en la participación de la manifestación y posterior asamblea que tuvo lugar en el centro de Madrid. Y reconozco que en medio de aquella multitud es difícil no confiar en que todavía un mundo mejor es posible, tal suma de voluntades, y ya no solo a escala nacional sino global (por todas las demás manifestaciones que tuvieron lugar en cientos de ciudades del mundo) creo que habrían nutrido la esperanza de cualquiera…
En todo caso, quería destacar algo que se mencionó en la asamblea y que, desde mi punto de vista, es el primer punto del que debemos partir todos si de verdad estamos dispuesto a esforzarnos por mejorar las cosas: El cambio empieza por uno mismo.

El concepto de crecimiento a toda costa se sustenta sobre la codicia, la acumulación incontrolada. Sin embargo, el fomento de lo colectivo y de valores  como la solidaridad, el respeto, la tolerancia, la cooperación, etc. darían como fruto inevitablemente una sociedad más justa que es, a fin de cuentas, lo que todos deseamos.
Según Ignacio Sánchez Cámara catedrático de filosofía del derecho de la Universidad de A Coruña, más allá de los abusos financieros que están en la base de esta crisis, “hay un problema profundo, que afecta a la cultura europea y occidental desde hace décadas, y es el de su modelo moral, en el que ahora predominan el relativismo y el hedonismo”. Y me atrevo a creer que muchos coincidimos con él.
Cabe destacar además, que quienes ocupan los lugares más visibles de nuestra sociedad no muestran cualidades precisamente positivas, sino una mera exhibición de lujo y de poder. Y eso es lo que acaba calando en la sociedad, una sociedad de “sálvese quien pueda” donde impera la ley de la selva, y, de acuerdo a la cual, no sorprende tanto que hayamos llegado al punto al que hemos llegado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eso es verdad, ante tantas ideas y tanta colaboración, es difícil no contagiarse del espíritu