13 octubre 2011

NADA TARDA TANTO COMO AQUELLO QUE NO SE EMPIEZA…

Y dando comienzo a mi primera entrada, siguiendo el hilo del titular, es preciso hablar de la Universidad, la que queremos y la que tenemos. ¿Se parecen?
A mi parecer, dista un poco de ser lo que siempre soñé, pero supongo que en mi 6º año (sí sexto ¬¬) quizá ya me he acostumbrado a ciertas cosas. Asumí desde el primer día de clase que jamás tendría taquillas como en las Universidades de las series americanas, y que tampoco habría baile de fin de curso donde un chico popular me pidiese bailar… Bromas aparte, encontré millones de cosas más. Tanto dentro como fuera del aula.

Encontré un pensamiento crítico formándose día a día, encontré que mi opinión en el aula era más importante de lo que jamás hubiese pensado y encontré que si queremos, los jóvenes moveremos el mundo, como ya lo estamos haciendo.

En 6 años no me han dado una mísera beca que me pague la matrícula. No me la han dado porque trabajo. Trabajo para pagarme la matrícula. Y así sucesivamente. Por supuesto, ya no la espero. Lo único que espero es que las generaciones venideras de estudiantes no tengan que hacer lo mismo que he tenido que hacer yo para poder estudiar, aunque mucho me temo que las cosas están cambiando, y a peor.

A pesar de haber pintando mi experiencia de color gris, no os quiero engañar. Empezar en la universidad me dio desde el minuto cero, una libertad de pensamiento inmensa, unas ganas de absorber todo el conocimiento posible, unas ganas de “arreglar el mundo” tremendas y un desarrollo personal excepcionalmente enriquecedor. Y lo he conseguido.

Quizá no he arreglado el mundo, pero lo tengo en mente ;)
Ya sabéis: el que no arriesga no gana.

Ariadna C.S

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