La noticia de la semana sin duda, si no te todo el mes, es en torno a las manifestaciones de cientos de miles de personas, que ocurrieron el pasado sábado en un total 951 ciudades en 82 países según los datos revelados por este articulo de El País.
Los slogans que encabezan la manifestación son principalmente reclamar un cambio profundo del sistema. Considera que los políticos son marionetas o títeres de los banqueros y que el sistema democrático necesita un cambio urgente.
Mientras que en la mayoría de ciudades las manifestaciones fueron pacificas en Italia sí que surgieron los actos violentos o desafortunados que convirtieron Roma en una batalla campal. Mientras tanto, la manifestación que ocupaba Wall Street dotaba de mayor repercusión a un movimiento que se consideraba avocado a la muerte desde las manifestaciones del 15-M.
En este articulo se hace especial hincapié en lo ocurrido en Madrid, en el ambiente festivo que se adopto, en las diferente actuación de los asistentes, los carteles y canciones que lo encabezaban y multitud de cosas más.
No quiero comentar o volver a repetir lo que ha movido a miles de personas a echarse a la calle para manifestarse porque es algo que se debate continuamente y que se tiene en cuenta en todas las conversaciones. Lo que me gustaría que tratásemos, es en primer lugar, el alcance que ha tomado este movimiento, no solo a nivel de a pie sino con una larga extensión en las redes sociales y en el panorama internacional. La capacidad de movilización que se ha alcanzado motivada por la situación de descontento de la mayoría y en segundo lugar y a hilo de esto una cuestión que no se debate demasiado y es algo sobre lo que no parecemos percatarnos, y es la jerarquización que adopta el movimiento.
Y me explico, cuando Juventud sin trabajo y otras plataformas comenzaron a surgir, todo parecía “precioso”, puesto que se trataba de algo abierto, donde podías expresarte, donde se clamaba por una mejor situación para la juventud con la que todos, idea con la que todos podíamos estar de acuerdo. Cuando surge el movimiento 15-M a partir de la manifestación de este mismo día, en contra de un sistema que tiende al bipartidismo todo parecía ir bien también, turnos de palabra, asambleas, foro de debate. Las plataformas web funcionaban a la perfección y nos dimos cuenta, que de útil es la creación de un espacio, donde los intereses de la gente de pueden congregar y llevar algo a cabo.
No voy a decir, que no sea partidaria del movimiento, y que no haya participado en algunos actos de este. Sin embargo lo que realmente me preocupa es la forma que puede adoptar el movimiento. Han existido diferentes modelos para explicar este movimiento, como el rizomatico o de enredadera, cuando no escapaba de los limites de las webs y redes sociales, sin embargo, conforme va creciendo cada vez son más las divisiones y puesto de mando. Conozco, aunque no fuese participe, que los representantes o vocales en Acampada Sol fueron elegidos en consenso y son rotativos, algo que me parece bastante positivo para que se mantenga una parcialidad entre todos los manifestantes. Sin embargo, por parte de la plataforma DRY vemos continuamente a un joven que se denomina apolítico con el nombre de Jon Aguirre apareciendo en diferentes entrevistas. Un representante que ha sido VOTADO como el resto de miembros de ésta.
Esto plantea una cuestión preocupante a mi gusto, sobre la que casi no se habla. Si las decisiones en las asambleas son tomadas por todos, ¿Qué ocurre con Democracia Real Ya? Me preocupa sobre manera el que todos seamos partidarios de movilizarnos a favor de mejorar la democracia, pero realmente deberíamos revisar de vez en cuando hasta dónde puede llegar todo esto antes de dejarnos llevar por la euforia de salir a la calle. La existencia de numerosas plataformas, el apoyo entre ellas, y la no definición de unos fines claros son cosas que tenemos que plantearnos seriamente.
Me gustaría antes de terminar mencionar también como este ha pasado de ser algo local a global aglutinándose con el resto de protestas que existen en el mundo contra los ajustes y recortes sociales en los países europeos o las protestas entorno a conseguir un verdadero gobierno democrático. Se convierte ya en algo que traspasa fronteras, por el hecho, de que el sistema necesita un cambio drástico que nos haga tomar las riendas, pero con cuidado, no sea que caigamos en algo peor.
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