03 octubre 2011

Retrospectiva


Cuando llegamos a la universidad veníamos con ciertas expectativas que deseábamos en su mayoría se cumplieran, con el paso de los meses nos dimos cuenta que habían algunas que tuvieron un "final feliz" pero que muchas desembarcaron en otro puerto. Esas experiencias negativas que nos dejaron un mal sabor de boca son parte de la dicotomía del sentimiento estudiantil.
Ahora nos piden que expresemos nuestro parecer frente a una serie de sucesos que hemos vivido tanto buenos como malos; lo hacemos, nos sentimos unidos, identificados, hay muchas versiones que se solapan con otras tantas, al parecer y a pesar de ser seres cada vez más individualistas, seguimos confluyendo hacia un mismo punto.
¿Será este hecho algo lógico, propio de un grupo de personas que comparten la misma generación? O ¿Sólo se trata de esa eterna necesidad que tiene el ser humano de quejarse por todo y ser inconformista, en especial cuando se lo permiten?
Tal vez sea que cuando más tenemos más pedimos, más exigimos, más queremos, es como esa bola de nieve que comienza pequeña y tímida en la cima de la montaña, y mientras va avanzando va aumentando su volumen.
Como sea, no buscaré una explicación para ese acontecimiento, pueden ser múltiples los factores que inciden en ellos, pero lo que sí puedo afirmar es que en las relaciones que forjamos como alumnos interlocutores y actores de este proceso, nos gusta ver como los profesores se integran  en él. Es relevante este tema para nosotros porque nos interesa ser escuchados, también tenemos algo que decir, algo que contar, ideas que compartir, ganas de transformar el aprendizaje en un feedback, somos sujetos que no solo quieren aprender a través del método socrático, por lo tanto es menester llegar a un acuerdo en donde converjan todas estas ideas, donde se puedan ver reflejadas las dos partes y así poder buscar en conjunto alguna vía de solución a estas trascendentales carencias de satisfacción.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta el enfoque de este ensayo. Creo firmemente que los profesores deberían interactuar más con los alumnos/as, y que esa tarima que nos separa desaparezca durante las clases y todos/as podamos dar la misma porque, de esa forma, aprenderemos más, tanto profesores como alumnos.