25 noviembre 2011

...Una reflexión sobre el sistema político español...

Sistema electoral: conjunto de métodos y herramientas que permiten traducir y transformar los votos de los ciudadanos en escaños de los representantes. 

Como bien sabemos, las elecciones en el estado español están basadas en un sistema democrático y, por lo tanto, funcionan como tal. Pero si nos dedicamos a analizar cómo funciona el proceso de forma interna, podemos caer en la cuenta de varios factores que no cumplen con lo que yo denominaría “democracia”.


Según la RAE, la democracia es una doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno. Todos estamos de acuerdo en que el pueblo interviene pero, ¿interviene todo lo directamente que debiera intervenir? 


Como dato significativo, en España está vigente el sistema de D'Hondt, que es una fórmula electoral creada por Víctor D'Hondt, que permite obtener el número de cargos electos asignados a las candidaturas, en proporción a los votos conseguidos. Pero, sin embargo, me parece del todo injusto que no se computen los votos de las candidaturas con menos del 3% de votos en la circunscripción porque cualquier ciudadano mayor de edad con nacionalidad española tiene derecho a presentarse a unas elecciones, independientemente de su raza, sexo, creencias, condición sexual…Pero más injusto es aún que ese menos del 3% se emplee en rellenar los porcentajes de los partidos más poderosos.

Los artículos 68 y 69 de la Constitución Española de 1978 establecen que la circunscripción electoral para elegir a los representantes en el Congreso y en el Senado es la provincia. Esta forma de asignar a los  parlamentarios españoles, reduce estrepitosamente el nivel de representación de las minorías cuyos votantes no se encuentran concentrados geográficamente. La consecuencia del sistema de asignación provincial de representantes es el preocupante protagonismo del regionalismo e independentismo.


Otro de los grandes problemas del sistema electoral español es el hecho de que elijamos el Poder Legislativo, pero no tengamos acceso directo al Ejecutivo ni al Judicial. Esto hace que algo tan representativo en un país democrático como es la Constitución Española, no pueda ser modificada mas que por los políticos. 


Los españoles tenemos derecho y/o deber como ciudadanos de participar activamente en las elecciones votando a los candidatos y/o partidos políticos que se presentan cada cuatro años. Pero, sin embargo, los ciudadanos votamos a un partido y, más concretamente, al líder del partido. Pero no se nos da la opción de votar por un o unos/as diputados concretos en lo que serían unas listas abiertas. En España está vigente la forma de candidatura de las listas cerradas y bloqueadas, algo totalmente antidemocrático a mi parecer, ya que las listas te son dadas por los candidatos y no puedes cambiar el orden de los mismos. 


En referencia a dichas listas cerradas, cabe mencionar que esos diputados tampoco son elegidos por los ciudadanos del estado español, sino que son distribuidos por los respectivos aparatos de la formación política a la que representan. Es decir: nosotros tenemos derecho a votar al partido que sea más afín con nuestras creencias, pero no tenemos derecho a elegir quién representa las mismas. Por tanto, es democrático “a medias”. 


En la práctica, el estado español tiene un sistema bipartidista, es decir, hay dos grandes partidos que realmente optan a formar gobierno y, entre ambos, aglutinan aproximadamente el 80% del voto o más, necesitando formar coaliciones o pactos puntuales para contrarrestar el número de votos del partido mayoritario (Ej.: IU y Los Verdes). Y es que en España se le da más importancia al partido político en sí que al carisma del propio líder (sólo hay que remitirse a la última encuesta oficial, en la que la nota de los líderes políticos de los dos partidos mayoritarios llegaban al aprobado con mucha dificultad). 


También influye mucho en esto la importancia de los medios de comunicación en nuestra época, y más aún el modo de utilización de los mismos por  parte de los partidos políticos. Los medios, principalmente Internet, son una herramienta de información y publicidad muy poderosa para ellos, y más de cara a unas elecciones. 


Discrepo en que el actual sistema electoral cumple una función representativa en España en el que los ciudadanos votamos, los políticos nos representan y delegan el mandato a los líderes, ya que la percepción social actual es que los políticos tienen una casta propia y miran por sus propios intereses particulares. Prueba de ello es la reciente proliferación de plataformas ciudadanas inconformes con la actual situación política y con la clase política (como Democracia Real). 


Estoy de acuerdo en que el sistema electoral da legitimidad al sistema político, al gobierno y a los propios partidos, porque nadie que no halla sido un candidato electo puede estar presente en el Parlamento. Sin embargo, no siempre el candidato resultante es el que hubiera elegido el ciudadano dado el carácter de listas cerradas y bloqueadas que tiene el sistema español y al que me he referido con anterioridad. 


Creo que la respuesta a la cuestión planteada inicialmente de si el sistema electoral cumple unas funciones democráticas o si, en cambio, cumple otras, es clara: el sistema electoral español está sentado sobre una base democrática pero, en la práctica, sólo cumple una mínima parte de esa democracia: la del derecho al voto. Al voto de los partidos políticos que el injusto sistema te impone, al voto de los políticos que integran dichos partidos y que no hemos elegido. Y de veras creo que, a día de hoy, seguimos arrastrando esa idea que en 1936 dividió el estado en dos frentes: la izquierda y la derecha. Y mientras los propios ciudadanos tengamos esa mentalidad, seguirá sin haber hueco en España para una auténtica democracia como si en la antigua Grecia se tratase, así como mayor pluralidad política e ideológica.


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