27 noviembre 2011

Un libro para compartir: Las venas .....

LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA – Eduardo Galeano


Este libro fue publicado en 1971, y es una síntesis del funcionamiento real del capitalismo aunque esté escrito con un lenguaje sencillo y literario, casi poético. Se centra en la historia del saqueo de América Latina y cómo funcionan los mecanismos de despojo. Explica como desde el Descubrimiento hasta hoy todo recurso natural ha sido explotado por el capital, acumulándose en el centro.

Primero fue la búsqueda de oro y plata como el motor central de la conquista, dado que Europa necesitaba plata. Así se justifican todas las campañas militares contra los indios, con el apoyo y la bendición de la Iglesia. Ejemplos como las Minas de Potosí, Ouro Preto, fueron explotadas y luego abandonadas. Es un negocio europeo que genera el movimiento de acumulación originaria.

En las regiones saqueadas se impide el salto a la acumulación de capital industrial ya que la economía colonial, que abastecía más que consumía, se estructuró al servicio de las necesidades del mercado europeo. Se centralizaba la economía en torno al sector exportador, que concentraba la renta y el poder, y se identifica cada región con lo que más producía para el mercado externo.Se trata de esta manera de sustraer un excedente para transferirlo a Europa, por lo que, aunque esta economía mostrara formalmente rasgos feudales, actuaba al servicio del capitalismo naciente. Por eso, debemos tener claro que los indígenas están incorporados al sistema de producción y al mercado de consumo, aunque sea de forma indirecta. Participan como víctimas de un orden económico y social donde desempeñan el papel de los explotados, la periferia. Compran y venden buena parte de las escasas cosas que consumen y producen, en manos de intermediarios poderosos que cobran mucho y pagan poco. Con mejor o peor suerte, cada producto se ha convertido en un destino fugaz para cada una de las regiones y sus hombres. Así, cuanto más codiciado es un producto por el mercado mundial, mayor es la desgracia que trae consigo al pueblo latinoamericano que lo produce.

En segundo lugar, fueron las materias primas: ejemplos como la caña de azúcar, las plantaciones de cacao, de café o el caucho, dieron origen a ciclos de prosperidad tan súbitos y mortales como lo habían sido el de la plata o el oro. Al mismo tiempo, y gracias a la esclavitud, se impulsó decisivamente, directa o indirectamente, el desarrollo industrial de Holanda, Francia, Inglaterra y EEUU.

Es de estas plantaciones de monocultivos de donde proviene el latifundismo de América Latina que estrangula el desarrollo económico y genera la marginación y la pobreza de las masas. Las reformas agrarias no se hacían en las tierras ya ocupadas, porque allí el derecho de propiedad es sagrado, sino en la selva. Así sobrevive y se nutre gracias a los minifundios que genera su propia expansión y de la continua migración interna de los trabajadores.

Las plantaciones y los latifundios funcionan como un colador para la evasión de las riquezas naturales porque la estructura latifundista del campo latinoamericanoes una estructura de desperdicio: desperdicio de la fuerza de trabajo, de la tierra disponible, de los capitales, del producto y de las oportunidades históricas de desarrollo. La renta que genera el campo se gasta en las ciudad eso emigra al extranjero, lo que da lugar en estas regiones a la cultura de la pobreza, la economía de subsistencia y el letargo.

En las sucesivas derrotas en las guerras del siglo XIX los puertos triunfaron sobre los países, y la libertad de comercio arrasó a la industria nacional recién nacida. El siglo XX engendró una burguesía que creó constituciones liberales, nacionales, pero nunca se propusieron el desarrollo de un capitalismo nacional sino que habían nacido como instrumentos del capitalismo internacional. Es por ello que la reforma agraria no se planteaba.

Durante los periodos de auge de los monocultivos hay un momento de enriquecimiento de la clase dominante de los países pobres, que coincide con estallido de la rebelión en el pueblo. Porque, ¿es lícito confundir la prosperidad de una clase con el bienestar de un país? Estas rebeliones sociales estallaron porque en estos países la riqueza de la producción de materias primas solo alimentaba el orden oligárquico interno y la dependencia económica respecto a los centros de poder extranjeros. Una vez restada la parte que se llevaba la metrópoli, las clases dominantes (mercaderes, grandes propietarios y dueños de las minas) se repartían el usufructo para sus fines. No echaban las bases para un desarrollo económico industrial, lo que impedía que naciera de un mercado interno de consumo por la inmovilización del excedente.

Por otro lado, la economía norteamericana necesita los minerales de América Latina como los pulmones necesitan el aire. El petróleo de Venezuela, el cobre de Chile, el estaño de Bolivia, el hierro deBrasil, son algunos de los ejemplos más característicos que generan la dependencia creciente de EEUU de los suministros extranjeros. Ello determina una identificación entre la seguridad nacional de EEUU y los intereses de los capitalistas norteamericanos que invierten en América Latina. La estabilidad interior está íntimamente ligada a estas inversiones.

Esta necesidad de minerales estratégicos, imprescindibles para salvaguardar el poder militar y atómico de los EEUU aparece claramente vinculada a la compra masiva de tierras, por medios generalmente fraudulentos, en la Amazonia Brasileña. En estas regiones se practica un control de la natalidad. La solución desde occidente es la violencia sistemática contra ellos. Ya que el sistema no puede cambiar el statu quo de pobreza, lo que sobra es población en estos países. Así se aboga por políticas reaccionarias de planificación familiar en estos lugarespara, directamente, evitar que los niños nazcan. La realidad es que no sobra población, y que la que hay podría tener un buen nivel de vida si pudiera trabajar los recursos naturales de sus propias tierras. Es decir, es un problema de distribución, no de escasez.

Las corporaciones multinacionales que controlan el negocio arrastran desde todo el mundo grandes caudales de petróleo y dólares a los centros de poder del sistema capitalista. Financian la expansión de sus negocios con las ganancias usurpadas a los países pobres que además se reinvierten parcialmente para fortalecer la red internacional de operaciones. Esto es importante señalarlo dado que implica el dominio en muchos países mediante la penetración en sus gobiernos. Con la crisis del 29, EEUU se aseguró de poner un equipo de dictadores que contuvieran la agitación social. Los ejemplos más destacados son Anastasio Somoza en Nicaragua, Jorge Ubico en Guatemala, Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador y Tiburcio Carías en Honduras, que contuvieron los gérmenes de revoluciones socialistas en beneficio de la metrópoli explotadora con altos grados de represión y violencia. Ahora, el petróleo empapa presidentes y dictadores, y acentúa las deformaciones estructurales de las sociedades a su servicio. Son las empresas las que deciden quiénes y a qué precios, y ello se convierte en el principal instrumento de servidumbre y degradación social.

Cabe destacar que la industrialización, privilegio de las metrópolis, era incompatible en los países pobres con el sistema de dominación impuesto por los ricos. Tras la Segunda Guerra Mundial se consolida el repliegue de los intereses europeos en beneficio de las inversiones de EEUU. Gracias a las recetas del Fondo Monetario Internacional las grandes corporaciones han podido apoderarse de los procesos internos de industrialización, ayudados por los gobiernos locales y los bancos, en nombre de la estabilización monetaria. De esta forma, el capital imperialista captura los mercados por dentro, haciendo suyos los sectores claves de la industria local. En América Latina, son los procesos de independencia quienes abren las puertas a la libre competencia de la industria, que ya estaba desarrollada en Europa. Pero sellan la ruina para los productores nacionales, estrangulados por el librecambio de las potencias hegemónicas (primero Inglaterra, luego EEUU). Es decir, el librecambio enriquecía a los puertos que vivían de la exportación y generaba un alto nivel de despilfarro entre las oligarquías dominantes, peroa la vez arruinaba las incipientes manufacturas locales y frustraba laexpansión del mercado interno. Hubo vaivenes posteriores en las políticas aduaneras de los gobiernos de la independencia con medidas proteccionistas contra el librecambio pero ninguna con posibilidad de un desarrollo sostenido en el tiempo.

Las inversiones de EEUU convierten a las fábricas latinoamericanas en meras piezas del engranaje de las corporaciones gigantes sin alterar la división mundial del trabajo. Así, el intercambio desigual funciona como siempre: América Latina continúa exportando materias primas que el mercado mundial necesita y de cuya venta depende la economía de la región y ciertos productos industriales elaborados con mano de obra barata, por filiales de las corporaciones internacionales.

La conclusión es que la historia del subdesarrollo de América Latina integra lahistoria del desarrollo del capitalismo mundial, de las grandes potencias hegemónicas mundiales que funcionan siguiendo la lógica del capital.

Los efectos de la conquista y todo el largo tiempo de la humillación posterior rompieron enpedazos toda la identidad cultural y social indígena. El drama es que los indios han padecido y padecen la maldición de su propia riqueza. Cuanto más ricas resultan sus tierras, más grande se hace la amenaza sobre ellos (lo que no pasó con América del Norte, en las Trece Colonias).

En la periferia, el modo de producción y la estructura de clases han sido determinadas por su incorporación al engranaje universal del capitalismo siempre en beneficio de la metrópoli extranjera explotadora.

El desarrollo desarrolla la desigualdad entre centro y periferia, y también entrelas clases dominantes y las dominadas en la periferia. Las clases dominantes de estos países son siervas del sistema, mientras el pueblo se queda pobre, hambriento e impotente. Ha habido intentos de cambio de sistema, pero pocos con éxito (cabe destacar la Revolución Cubana).

Si América Latina pudiera explotar sus propios recursos y fuera receptora de los beneficios podría alcanzar niveles de desarrollo similares a los de occidente. El problema es que el sistema imperialista en conjunto requiere necesariamente una desigualdad entre sus partes cada vez mayor, de forma que unos son ricos porque explotan a los pobres, que cada vez son más pobres. 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Es la naturalización a la que nos tiene acostumbrados el imperialismo: los ricos siempre ricos, los pobre siempre pobres, por muchos recursos y riquezas terrenales y culturales que tengan los segundos.