07 noviembre 2011

EL SISTEMA-MUNDO

En 1974, Immanuel Wallerstein revolucionó la historiografía y la sociología histórica al dar a conocer su tesis sobre la formación de la "economía-mundo" capitalista. Enfrentando las ideas clásicas basadas en el estudio de los fenómenos económico-sociales a partir de sociedades nacionales o, cuanto más, de áreas continentales o subcontinentales, el pensador estudió el moderno sistema mundial a partir de la reconstrucción de la historia de la actual sociedad capitalista, partiendo desde sus mismos orígenes, desde una perspectiva global.


Siguiendo la huella de Marx, Wallerstein considera como válido el análisis de los sistemas mundiales y cree que deben dejarse de lado las conceptualizaciones a partir de sistemas menores. Además, incorpora la idea por la que, para que se estudie la cuestión del carácter capitalista o no de una sociedad, debe hacérselo desde el nivel de un sistema mundial.

El autor traza la aparición, en Europa, de lo que denomina una "economía-mundo" capitalista, basada en una única división internacional del trabajo; y es esta economía-mundo la que constituiría el moderno sistema mundial, cuya evolución se desplegaría hasta convertirse en el único sistema del orden.

El moderno sistema mundial toma la forma de una "economía-mundo" capitalista, que habría tenido su génesis en Europa en el siglo XVI, implicando la transformación de un modo de producción tributario o redistributivo específico, el de la Europa feudal, en un sistema social cualitativamente diferente.

Para Wallerstein, la "economía- mundo" capitalista se extendió geográficamente hasta abarcar todo el globo y ha persistido en un modelo cíclico de expansión y contracción y una localización geográfica variable de los papeles económicos (el flujo y el reflujo de las hegemonías, los movimientos ascendentes y descendentes de los distintos centros, periferias y semiperiferias). El proceso también ha sufrido una transformación secular, incluyendo el avance tecnológico, la industrialización, la proletarización y el surgimiento de una resistencia y enfrentamiento político estructurado al propio sistema que está aún en marcha.

Desde esa perspectiva, el siglo XVII, entendido como el período que va desde 1600 a 1750, aproximadamente, es ante todo un ejemplo del modelo cíclico de expansión y contracción. En lo que respecta a la geografía general del sistema mundial, las fronteras creadas hacia 1500 no variaron de forma significativa hasta después de 1750. En cuanto a los procesos seculares de cambio, para Wallerstein, no se observaría ningún salto cualitativo entre 1600-1750. Habría existido una continuidad esencial entre el siglo XVI y el XVII, con una única gran diferencia de un desarrollo y un menor desarrollo o contracción.

De esta manera, el sistema mundial tomó la forma de una "economía-mundo" capitalista a partir de su génesis en Europa en el siglo XVI al transformarse el modo de producción tributario o redistributivo específico, el de la Europa feudal, en un sistema social cualitativamente diferente.

Desde entonces, la "economía-mundo" se ha extendido geográficamente hasta abarcar todo el globo. En su obra más reciente, Wallerstein llama "segunda era de la gran expansión de la economía-mundo capitalista", de 1730 a 1850. En ésta se estudian la denominada revolución industrial inglesa, la revolución de la independencia norteamericana, la revolución francesa y la independencia de los países sujetos a la entonces corona española, en función del desarrollo de la moderna economía burguesa.

Estos acontecimientos representaron un fortalecimiento y una consolidación del sistema capitalista mundial, en el que se suprimieron las fuerzas populares y su potencial quedó constreñido a las futuras transformaciones políticas. Recién en el siglo XIX, esas fuerzas populares constituyeron una nueva estrategia de lucha, principalmente con las dos comunas de París de 1848 y 1871, la aparición de la crítica de Karl Marx y Friedrich Engels y de sus discípulos, y la fundación de las dos Internacionales obreras en 1864 y 1889. El siglo XX alumbró los triunfos de las revoluciones de Rusia, en 1917 y de China, en 1949.

El capitalismo ha llegado hoy a su apogeo que es el de la integración mundial. La "globalización" actual -que abarca todo el mundo a través de la completa internacionalización del capital financiero- sin embargo, desarrolla un modelo de economía segmentada, como se verá en las páginas siguientes, en donde las ondas de expansión y contracción económica establecidas por Kondratieff sufren fluctuaciones contradictorias que plantean nuevos interrogantes e incitan a establecer renovados caminos de resistencia y lucha revolucionaria.

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