13 noviembre 2011

Hablar por metáforas (de la crisis)

En cualquier noticia que salga de los medios de comunicación establecidos) podemos observar el uso de diferentes metáforas a la hora de hablar sobre la crisis. Las tres más importantes son ver la crisis como un fenómeno meteorológico; verla como si fuese un virus y, por último la crisis como impacto o golpe que recibimos. Estos tres puntos de vista son diferentes, sin embargo, tienen una relación muy estrecha.

Primeramente como fenómeno meteorológico, podemos verlo cuando se dice: “diseñado para mitigar los devastadores efectos del huracán financiero”. Hablar de esta manera de la crisis tiene diferentes implicaciones, a mi parecer la más importante es que da la sensación de que -igual que los fenómenos naturales- la crisis no tiene ningún causante o responsable directo. Además de no tener a nadie a quien culpar, existe la sensación de que no hay nada que se pueda hacer para detener la crisis, sólo podemos intentar protegernos ante ella (del mismo modo que un huracán no termina por medio de la acción humana y mientras dure, lo único que se puede hacer es protegerse lo mejor que se pueda). Así, se da a entender que la crisis, producto del sistema capitalista que hemos instaurado, es algo natural. Pero, como nos recuerda Isaac Rosa en su artículo La democracia en recesión: "El vendaval regresivo arrecia. Y no es viento: es que están soplando.

También se dice: “La crisis corre más que su medicina”. El hablar (y entender) la crisis como un virus tiene en común con el anterior punto de vista que se entiende que para salir de la crisis hay que aplicar alguna medicina recetada por los doctores (economistas que no la vieron venir y “tecnócratas”) y esperar en la cama intentando que no suba mucho la fiebre e intentar recuperarte lo mejor posible.

Por último, se habla de la crisis como si se tratase de algo que nos golpea y de lo que debemos buscar el refugio más próximo posible. “La crisis golpea, pero nuestro negocio es sólido”. Parece que el sistema económico es el dios de nuestros tiempos, que nos castiga con la crisis y los momentos de recesión económica como antiguamente con las plagas o las malas cosechas. Se da a entender, nuevamente, que la crisis es algo natural que no podemos detener. Aquí recuerdo a Feuerbach cuando decía que los valores que los hombres atribuían a los dioses eran en realidad sus propios valores, del mismo modo, la crisis la hemos creado nosotros y es que si que es natural al sistema económico actual, pero han sido algunas personas concretas quienes han ayudado a desarrollar dicho sistema, que no es el que ha existido toda la Historia y es, por tanto, reemplazable.

La conexión evidente entre estas tres metáforas es que reflejan la inevitabilidad de la crisis y sus consecuencias sociales. Hay que desmentir estas ideas y es que si existe una posible salida a la crisis que no pase por el empeoramiento de las condiciones de quien menos tiene (tiene menos en cuanto a renta, propiedad, etc., pero también quien menos tiene que ver con la causa y desarrollo de la crisis). Recientemente el primer ministro griego Papandreu ha dicho que realizaría un referéndum sobre el segundo rescate a Grecia. Acto seguido, los poderes económicos y los poderes políticos han puesto el grito en el cielo ante lo que es un acto absolutamente democrático (y necesario). Los “expertos” están seguros de que si se rechaza el rescate en dicho referéndum vendrá una situación ruinosa, los mismos expertos que maquillaron las cuentas griegas para que pudiese entrar en el euro y que no vieron venir la crisis. Pienso que lo que más asusta a “los mercados” y a los líderes políticos que les rinden pleitesía es que en caso de que se vote “no al rescate” veremos que hay una solución diferente a la que ellos mismos proponen, mejor o peor, (pero creo que dichos mercados carecen de crédito para seguirles haciendo caso sin cuestionar lo que dicen).

Como vemos, la manera de hablar determina la manera que tenemos de pensar, por ello debemos cambiar nuestro lenguaje para cambiar nuestro pensamiento. Es una tarea difícil porque pienso que, hasta cierto punto, este lenguaje se nos intenta imponer desde la clase dirigente, pero debemos “hablarnos a nosotros mismos desde fuera” para ver las metáforas y los diferentes recursos literarios que utilizamos, pensar acerca de ellos y acerca de las consecuencias que tiene el hablar de ese modo.

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